LA COLA DE LAS MUJERES

Si cada vez que va por la calle alguien le dice un piro po, sobre todo referente a su cola, probablemente eso eleve su autoestima. Pero no se ponga muy contenta: la cola será linda para admirarla pero es muy mala desde el punto de vista de la traumatología, pues cuanta más co la tenga usted, más desviada tendrá su columna.
¿Cómo se entiende esto? Su cola se hace prominente a expensas del cavado de la cintura y hay que comprender que una columna recta es más resistente que una curva.
Anatómicamente, nuestra espina, a la altura de la re gión lumbar, tiene una curvatura que se acentúa al llegar al sacro, ese hueso que sostiene todo el peso de la colum na y que forma parte de la pelvis; este hueso, fisiológi camente, tiene una inclinación y cuanta más inclinación y cuanto más horizontal está, más cola se tiene, originan do en ocasiones la llamada "cola de pato". Esta exagera ción en la curvatura, llamada lordosis, somete a la mus culatura de la zona a un trabajo en deseje, provocando contracturas que se van haciendo más importantes a me dida que pasan los años.
Por otra parte, hay que saber que los filamentos nerviosos de la columna vertebral emergen entre una y otra vér tebra por ciertos huecos, y que la lordosis cierra estos conductos de salida de los nervios.
Esto no provoca grandes problemas cuando la juventud está presente, pero con el correr de los años sobrevienen afecciones tales como lesiones de los discos interverte brales, pinzamientos, artrosis, etc. que van estrechando aún más los agujeros ocasionando dolores que suelen ser intensísimos.
En algunas oportunidades, esta lordosis lumbar está compensada por una curva dorsal que da forma de "S" y un aspecto encorvado, generando una postura que quita mucha elegancia y provoca profundos dolores no sólo en la cintura sino en las regiones cervical y dorsal.
Las causas más habituales de estas lesiones son proce sos inflamatorios en la zona lumbar y sacra, deformida des congénitas (sobre todo de caderas), y el sobrepeso con el consiguiente vientre caído, lo que acentúa la indinación de la pelvis. Con respecto a este último punto re­calquemos que no necesariamente la persona tiene que ser gorda para tener el abdomen prominente: muchas mujeres son delgadas pero con panza debida a la debili dad de los músculos abdominales que no logran contener el peso de las visceras y que, por supuesto, tantos disgus tos le causa a quien lo padece al mirarse en un espejo.

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