¿Y los hombres?

El hombre no escapa tampoco a los cambios, pero por llierte los zapatos duros, pesados y abotinados trocaron por otros plantillados, aireados y livianos, aunque no por eMO un hombre está exento de tener que descalzarse di-¡Wmuladamente en medio de alguna fiesta.
Por otra parte, el advenimiento avasallante de la prácti ca deportiva inundó el mercado con calzado especializa do, zapatillas con infinidad de variedades para adaptarse a lodo tipo de práctica, que brindaron comodidad y velo cidad.
Tan rápido va el nombre que ya la Tierra le queda chi ca y mira ilusionado hacia el Cosmos.
Tal vez no pasen muchos años para que nuestros nietos nos pregunten: "Abuelo ¿qué era un zapato...?".

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